martes, 27 de mayo de 2008

(Auto)Bienvenida

“Por mí se va a la ciudad del llanto; por mí se va al eterno dolor; por mí se va hacia la raza condenada. La justicia animó a mi sublime arquitecto; me hizo la divina potestad, la primera sabiduría y el primer amor. Antes que yo no hubo nada creado, a excepción de lo inmortal, y yo duro eternamente. ¡Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza!”

Infierno, Canto III.
Dante Alighieri


La sociedad tiene distintas formas de asimilar el arte. Lo absorbe, lo interpreta y lo devuelve sucio a las viejas filas de quisquillosos intelectuales, dispuestos a morir por la "pureza" del mensaje. Talvéz aquél antigüísimo proceso social debería cambiar, como también debe cambiar lo que se espera de las manifestaciones artísticas. Algunos exhiben personas muertas, tazas de baño, platos de comida hechos con pedazos de su propio cuerpo, y exigen que eso sea considerado arte. Pues bien, yo exigo, humildemente, que mis expresiones poéticas (y narrativas, dependiendo de si dejan conforme a mi persona) sean entendidas según el siguiente patrón: desde hace mucho tiempo que se agotaron los crepúsculos encantadores, las palomas guerrilleras, las estrellas de combate y las luces reveladoras. Ahora los símbolos han cambiado, se han urbanizado, y lo único que yo pretendo es transformar las calles, y quitarle las muletas a los pensamientos de muchos de ustedes. Porque la poesía no es cursi, y el arte mucho menos, trataré de fundar aquí un espacio para mis escritos.

Con esto claro, creo que ya puedo usar una alternativa que antes había menospreciado. De antemano, a cualquier lector, le doy mis más sinceros saludos, para invitarlo a opinar en este pequeño rincón. Y si no, pues bueno, siempre hay bares abiertos a cualquier hora del día.

¡Salud!