Que sea la historia quien te juzgue, Fidel
y no tu pueblo confundido
aturdido de tantas derrotas
perplejo de tantas miserias
solo de tanta incomprensión
La soledad de La Habana
está llena del egoísmo ajeno
y de niños frágiles vestidos de gigantes
que nacen sabiendo que en su país
hubo victorias que hoy se celebran
con el vino amargo de la nostalgia
y las guitarras rotas de la opresión
Pero tú aún sigues ahí, comandante
como si la revolución no se oxidara
como si el Che aún viviera
como si Rusia hubiera resistido
como si la historia quisiera detenerse
en ese lugar donde triunfó la vida
y por un instante se llegó a pensar
que el mundo por fin cambiaría
Yo no sé qué sucederá con nosotros
ni que nos depara el futuro ingrato
pero aún tengo esta necesidad
de pedirte disculpas, Fidel
de ofrecerte una última canción
porque el sueño épico del pueblo cubano
a toda América nos quedó grande
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